SACERDOTES

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jueves, 17 de enero de 2008

14 ene 08. Retiro para el Clero.El Espíritu Santo aliento de vida, comunión y misión desde San Juan de la Cruz



El lunes 14 de enero se celebró una mañana de retiro para sacerdotes en el Seminario de Granada. Estuvo dirigido por el Rvdo. Miguel Fermín de Haro Iglesias, OCD, Vicario Parroquial de la Encarnación de Almuñecar.


Tras rezar la hora intermedia en la capilla mayor del Seminario, la primera charla versó el Espíritu Santo. Miguel Fermín abogó por la existencia de una materia específica de pneumatología en los planes de estudios teológicos y no sólo un estudio transversal a través de las otras asignaturas. La presencia del Espíritu Santo hace que en la Iglesia podamos ser santificados en Cristo, participar de la vida eterna, conocer a Cristo como el Kyrios, el Señor, entender correctamente la Sagrada Escritura, tener la caridad, los sacramentos de vida y un conocimiento profundo de Dios. Definió el ministerio sacerdotal como colaboración con la tarea del Espíritu Santo en las personas. Es necesario que las mociones del Espíritu Santo - que siempre hace surgir caminos y realidades nuevas - no queden frustradas por nuestra pereza, prejuicios, inercia, etc... Comentó también algunos textos e imágenes sobre el Espíritu Santo presentes en la Sagrada Escritura y algunos autores. Estas imágenes describen diversos aspectos del Espíritu.

Fuego: transforma todo lo que toca y le da calor convirtiéndolo en sí mismo.

Viento: Expresa la soberanía y libertad del Espíritu, nuestra incapacidad de "gobernarlo". No lo vemos, pero sentimos sus efectos.

Vivificador: Es capaz de dar vida a realidades que parecían muertas.

Agua: Da vida, quita la sed, viene de la fuente del Bautismo, limpia, refresca, fertiliza, fecunda.

Sombra: Cobija, protege y nos conduce a Cristo.

Paloma: Es signo de paz, unidad, amor.

Óleo: Conforta, ilumina, nos cura interna y externamente.

Sello: Marca perennemente a sus elegidos.


El Espíritu es el gran creador de la unidad, tanto en nosotros mismos (entre nuestra vida activa y contemplativa), como entre los demás seres humanos.



Tras un rato de oración ante el Santísimo, expuesto por el recientemente ordenado diácono Enrique Ferrer, tuvo lugar la segunda charla, que trató sobre la idea de vida espiritual de San Juan de la Cruz. Este autor utiliza la imagen de la llama de amor viva. Esta llama no siempre es luminosa, sino que a veces se nos presenta como oscura, en momentos difíciles. Esos momentos no son de abandono de Dios, sino de una mayor actuación y purificación. Según avanza la vida espiritual el Espíritu va tomando protagonismo en la vida del cristiano, haciéndole -en primer lugar- conocer su propio pecado, y posteriormente tomando la iniciativa, pero sin anular la voluntad humana. San Juan de la Cruz utiliza la expresión mozo de ciego para describir la guía del Espíritu Santo al alma. Un aspecto en el que San Juan de la Cruz hace gran hincapié es en la necesidad de que los directores espirituales se esfuercen, en primer lugar, en adquirir la ciencia y la experiencia oportuna, y que estén atentos siempre a descubrir la actuación específica del Espíritu en cada alma confiada a ellos, sin aplicar una misma "receta" a todas las almas de forma indiscriminada.

El proceso de santificación tiene tres momentos:

1. La purificación, el quitar los obstáculos, el vaciamiento. La expresión "ya no eres esquiva" de San Juan de la Cruz hace referencia al fin de esta etapa oscura en la que la llama del Espíritu parece que se esconde.

2. Unión. El Espíritu infunde las virtudes teologales: purifica el entendimiento con la fe, para que piense como Dios; purifica la memoria con la esperanza, sanando nuestro pasado para que los recuerdos no bloqueen nuestro camino hacia Dios; purifica la voluntad con la caridad, abandonando los modos erróneos de amar.

3. Glorificación. Cuando la llama (el Espíritu) ya no es esquiva entonces San Juan desea romper la tela de este dulce encuentro, participar plenamente de esa glorificación que el Espíritu otorga.


La imagen del madero verde que se echa al fuego, usada por San Juan de la Cruz, describe gráficamente tres etapas de la vida espiritual:

1. Al comenzar a ser atacado por el fuego, el madero expulsa el agua y humedad que le sobra, "llora", como el alma, que tiene que purificarse de lo que le sobra.

2. Se pone negro y maloliente, pasa por la noche oscura.

3. Por último, la llama consigue transformar ese madero en sí misma proporcionando calor y luz.


Un consejo práctico que Miguel Fermín dijo a los presentes es que para llegar a una alta vida espiritual hemos de creer que es posible para todos, no sólo para unas cuantas almas escogidas o extraordinarias; y es necesario ponerse en camino, esforzarse en ese camino de purificación.


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