SACERDOTES

Se recogen aquí las diversas noticias que va originando nuestra propia actividad sacerdotal.
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miércoles, 14 de noviembre de 2007

12 nov. Presentación de la 3ª edicion del Misal Romano. Manuel García Galvez


Manuel García Gálvez, Delegado de Liturgia de la Diócesis de Granada, presentó a los sacerdotes granadinos - durante la reunión por vicarías celebrada en el Seminario el día 12 de noviembre - las novedades incluidas en la 3ª edición del Misal Romano, en su versión española.


Este Misal no representa un cambio radical respecto a la edición de 1975, sino que incorpora, aclara y reorganiza aspectos que no estaban incorporados a la versión típica latina del Misal Romano de 1975, pero que en la versión española sí estaban incorporados, como la Plegaria Eucarística V, etc. Destaca, por ejemplo, la incorporación de las memorias de los santos canonizados desde 1975.












sábado, 10 de noviembre de 2007

El hermano andariego de Granada y el "ángel" de los niños marginados

Autor: Victor Córcoba
Fecha: viernes 1 de diciembre de 2006


Va de acá para allá, por las poéticas calles granadinas. No le pesan las carnes. Se le encuentra muy de mañana en todos los sitios. Salta como el aire todos los obstáculos, se mueve como un niño y es un joven de ochenta años recién cumplidos. Conoce todas las intendencias y nos conoce por el nombre a todos. Vuela con rigurosa sotana y siempre lleva consigo una sonrisa en los labios para regalar. Suele portar en la mano un almanaque de bolsillo para donarlo como gratitud y, en la otra, un viejo carterón que pesa lo suyo. Es un Hermano Obrero de María afanado en la santificación y en el desvelo de procurar acogida familiar y formación adecuada a los niños y jóvenes marginados que carecen de un ambiente familiar normal. Fue, en su adolescencia y años jóvenes, trabajador del periódico el Faro de Motril, donde ejerció todas las labores, desde aprendiz a encuadernador e incluso redactor. Estoy hablando de Antonio Gutiérrez Ferrer, un santo de las mañanas granadinas que sigue las huellas de Cristo.

Antes de que rompa el alba su silencio, ya está el “Hermano andariego de Granada”, -así le bautizó el Arzobispo granadino don José Méndez- , en otro camino, el de la oración. Buena manera de tomar fuerzas. Sumergirse con el espíritu en Dios tiene sus privilegios. Estoy seguro. Después de oír misa a las siete y media en la Iglesia del Sagrado Corazón, ubicada en la Gran Vía, comienza sus andanzas hasta la hora del ángelus más o menos. Su andar es erguido y seguro, muy veloz, de corredor de fondo. Me consta que cuenta con el apoyo divino para este apasionante maratón de acción apostólica y, también, con la cercanía de María como presencia operante y protectora. Por una simple calderilla que se dona, son muchas las cosas que se reciben. Un calendario de un santo que tiene todas las bendiciones. Las gracias de un hombre de Dios. Y el impago gozo de sentirse colaborador de un Centro, el de la Ciudad de los Niños, que son los hogares de acogida y educativos, donde se hace realidad la frase del Evangelio “lo que hagáis con uno de estos niños conmigo lo hacéis”. El Hermano Antonio Gutiérrez Ferrer es un pobre rico. Todo lo cede para la comunidad y su causa. Es un desprendido total. Viéndole me pareció estar con una persona que vive en el mundo, porque muestra interés por todo, pero que no es de este mundo. Lo de vivir entre los bienes materiales, sin hacerse esclavo de ninguno de ellos, es norma en su existencia, fe de vida. “Aspira a la conquista de los bienes sobrenaturales” –me dice-, mientras tomamos un café Express. El tiempo es oro para él. Que aceptase la invitación me costó sangre, sudor y lágrimas, como dice el pueblo. La verdad es que no se ni como lo conseguí. Creo que también me ayudó “el de arriba”. En ese tiempo, fue suficiente para descubrir, mirándole a los vivos ojos, que los verdaderos bienes están en su corazón generoso, verdadera riqueza que nos trasciende. En cualquier caso, le dije que estaba tocado por el fuero del privilegio. Al principio se quedó asombrado, al final sonrío. Sonreímos. Se lo fui aclarando. Primero por haber nacido, un 3 de octubre de 1926, en el paradisíaco pueblo de Gualchos, donde el clima subtropical templado es tan curativo que tiene denominación de origen. Que hayan sido siete hermanos, aunque ahora queden seis, es también otra ventaja. Que fuesen una piña familiar, una suerte. Que luego hiciese la mili en Jaca otra bula, puesto que tiene el mayorazgo de conocer una de las páginas bellísimas del libro de la creación. Que pudiese acudir a una misión realizada por los P. Redentoristas, ellos que son apóstoles de fe robusta, de esperanza alegre, de ardiente caridad y celo encendido, ya fue la guinda de la gracia. A partir de entonces, todo vino rodado; el Hermano Antonio, tuvo claro su vocación a la vida religiosa y su entrega generosa a los niños y jóvenes marginados. Me da la sensación, al oírle hablar con tanta dulzura de los niños, que ama la infancia sobre todo lo demás, quizás porque es maestra de humildad como él mismo lo es. “Que no le falte de nada a los niños”, es su empeño. Y se puso a recordarme que en nuestros días son muchos los niños que, por desgracia, sufren en silencio al ver que son abandonados por sus padres y condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una familia propia, soportando muchas formas de violencia y de abuso por parte de los adultos. Entiendo su perseverancia, de seguir con ochenta años al pie del cañón. Yo mismo, me pregunto: ¿cómo es posible permanecer indiferente ante al sufrimiento de tantos niños, sobre todo cuando es causado de algún modo por los propios padres? En su currículo espiritual subrayo lo que a mí, personalmente, me ha transmitido el Hermano Antonio, desde los años que lo vengo conociendo: la prudencia, la paciencia, la fortaleza de ánimo para afrontar las múltiples pruebas de la vida, su asidua actividad atendiendo a la infancia abandonada, su amor a la pureza y la confianza en la Divina Providencia. Este Obrero de María que trabaja a destajo, que gasta las suelas de los zapatos como ningún granadino y que se desgasta por alegrarles el corazón a los niños marginados, vive intensamente la experiencia de donarse. Que mejor fruto que éste. Su familia se siente orgullosa de ello, como nos sentimos todos nosotros, sus amigos de las oficinas, de verle tan vivo entregándonos un calendario que nos marca los días, tal vez para que adquiramos un corazón sensato ¡El servicio a la infancia no es una cuestión de edad! Esto si que es una vocación a la santidad. Me quito el sombrero.